La educación financiera en España: un reto impostergable
Análisis en exclusiva de Blanca Narváez, directora general de Fundación Mutualidad, para Trabajatudinero.
AHORRO
La educación financiera es una herramienta esencial para empoderar a la ciudadanía y dotarla de los conocimientos necesarios para gestionar de manera eficaz su economía personal y familiar, y, en definitiva, su vida. Sin embargo, en España, los datos muestran que todavía queda un largo camino. Según los estudios del Observatorio del Ahorro, un 44% de la población no comprende conceptos fundamentales como el interés, la inflación o la diversificación de riesgos. Además, casi nueve de cada diez personas no saben identificar correctamente las características de productos financieros básicos.
¿Cómo es la educación financiera en España?
Esta falta de conocimiento se traduce en una ausencia preocupante de planificación económica: según estudios del Observatorio del Ahorro de Fundación Mutualidad, tres de cada cuatro familias no cuentan con un plan para gestionar su economía doméstica, lo que las deja expuestas a imprevistos financieros.
Ante esta realidad, es imprescindible que la educación financiera se convierta en una prioridad a nivel institucional y educativo. Solo así será posible mejorar la capacidad de la ciudadanía para tomar decisiones informadas y responsables sobre sus finanzas.
Uno de los pasos más urgentes para mejorar la educación financiera en España es la creación de un currículum oficial que se implemente de manera obligatoria en los centros educativos. Actualmente, los esfuerzos en esta área son insuficientes y limitados a materias optativas, lo que deja fuera a una gran parte de los estudiantes. Un marco educativo claro y coherente que establezca los conocimientos, habilidades y actitudes financieras necesarias para los jóvenes es clave para prepararlos para el futuro.
Este enfoque debe abarcar no solo a los más jóvenes, sino también a la población adulta y mayor. Es crucial que las instituciones públicas y privadas colaboren para ofrecer iniciativas educativas gratuitas y accesibles a toda la ciudadanía. La inclusión de programas educativos que cubran desde los conceptos más básicos hasta los más avanzados permitiría a las personas mejorar su conocimiento y gestión de sus finanzas a lo largo de toda su vida.
¿Cuál es el impacto de la educación financiera?
El impacto de una sólida educación financiera se manifiesta en múltiples niveles. A nivel personal, permite a los individuos establecer metas financieras realistas, planificar para alcanzarlas, evitar problemas derivados de decisiones incorrectas y, sobre todo, contar con una libertad individual de enormes dimensiones, algo especialmente evidente en el caso de las mujeres. Así, según evidencian los resultados del estudio “La brecha de género en competencias financieras” del Observatorio del Ahorro de Fundación Mutualidad, el reparto de tareas en el hogar podría explicar la brecha de género en estos términos.
En el ámbito empresarial, contar con empleados que comprendan los principios financieros básicos contribuye a la estabilidad y crecimiento de las organizaciones. Y aún más, a nivel social, la educación financiera tiene un efecto directo en la estabilidad económica de la sociedad, ya que fomenta una mayor responsabilidad financiera y, en última instancia, mejora la calidad de vida de las personas. Un mayor conocimiento financiero también puede reducir el estrés asociado a la gestión del dinero, lo que, indirectamente, podría mejorar incluso la esperanza de vida de los ciudadanos.
Incluir la educación financiera como asignatura obligatoria en colegios y universidades es un avance fundamental, pero no suficiente. Aunque se han dado algunos pasos en esta dirección, el enfoque actual es disperso y carece de una estructura que garantice que todos los estudiantes adquieran los conocimientos adecuados a lo largo de su vida educativa. Es esencial que se diseñe un programa educativo que no solo imparta conocimientos teóricos, sino que también fomente habilidades prácticas y actitudes responsables frente al dinero de una forma sencilla y práctica.
Pero no es baladí recordar que, además, tanto profesores como toda la comunidad educativa deben estar sensibilizados y capacitados para enseñar estas materias de manera eficaz, relevante y con conocimiento. Solo así se podrá garantizar que los jóvenes salgan del sistema educativo, además de con una sólida base de conocimientos financieros que les permita enfrentarse con éxito a los retos económicos de la vida adulta, con una conciencia y una relación diferente con todo aquello relacionado con las finanzas.
La educación financiera no debe centrarse solo en los jóvenes
Esta situación convive, sin duda, con la de la población mayor en España, que también enfrenta retos específicos en el ámbito financiero, que van desde cambios culturales en sus hábitos de consumo, hasta situaciones de vulnerabilidad ante posibles fraudes. El esfuerzo educativo debe enfocarse aquí de manera específica, poniendo énfasis en la planificación y toma de decisiones seguras que respondan a sus necesidades, como la gestión de ingresos, gastos y el manejo adecuado de sus inversiones. Es importante ofrecerles recursos que les permitan tomar decisiones informadas y contar con asesoramiento adecuado.
Es evidente que, aunque, nuevamente, según estudios del Observatorio del Ahorro de Fundación Mutualidad, el 73% de los mayores de 55 años acceden al asesoramiento, este no siempre se traduce en una gestión eficaz de sus recursos. Y, lo que es más preocupante, las mujeres de este segmento enfrentan mayores dificultades financieras que los hombres, lo que subraya la importancia de ofrecerles herramientas que refuercen su confianza y libertad económica.
No descubro nada nuevo si insisto en que la mejora de la educación financiera es una tarea que requiere la participación muy consciente de organismos públicos y privados. Instituciones como el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), los ministerios de educación y plataformas como ‘Finanzas para Todos’ juegan un papel crucial en la promoción y desarrollo de contenidos formativos accesibles y de calidad. La colaboración entre estos organismos es esencial para garantizar que la educación financiera llegue a todos los ciudadanos, desde los más jóvenes hasta los grupos más vulnerables.
En su logro, sin duda, la tecnología puede ser una aliada poderosa en este proceso. El acceso a recursos educativos digitales ha democratizado la formación, permitiendo que cualquier persona con conexión a Internet pueda adquirir conocimientos financieros. Sin embargo, también hay riesgos: la facilidad para acceder a información de fuentes no verificadas puede generar desinformación. Por ello, es fundamental que los recursos educativos en línea sean fiables y estén respaldados por instituciones acreditadas.
Es necesario, por tanto, fomentar una cultura de la planificación financiera que permita a los ciudadanos anticiparse a los retos económicos y evitar situaciones de estrés financiero. La mejora de la educación financiera en todos los niveles contribuiría a reducir estos errores y a construir una sociedad más estable y próspera.